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Entrenamiento basado en evidencia

Sofía Cavallini Corredora amateur

Introducción

La expresión «práctica basada en evidencia» ha sido utilizada durante mucho tiempo, principalmente, en el ámbito médico. La Medicina Basada en la Evidencia (MBE), cuyos orígenes filosóficos se remontan al París de mediados del siglo XIX y aún antes, representa el uso consciente, explícito y juicioso de la mejor evidencia disponible para tomar decisiones sobre la atención de pacientes individuales (1). En su práctica, la MBE implica integrar la experiencia clínica individual con la mejor evidencia clínica externa, obtenida a través de investigaciones sistemáticas. La experiencia clínica individual, a su vez, hace referencia a la competencia y el juicio que los profesionales adquieren a través de la práctica y la experiencia acumulada en el campo.

Este enfoque, aunque originalmente aplicado al contexto de la medicina, tiene una clara aplicación en otras disciplinas, entre ellas, el entrenamiento deportivo. A medida que el deporte y la actividad física continúan evolucionando, el concepto de Entrenamiento Basado en Evidencia (EBE) se ha convertido en una pieza clave para los entrenadores que buscan optimizar los resultados y mejorar la salud y el rendimiento de sus deportistas. Sin embargo, a diferencia de la medicina, el EBE no solo debe integrar la experiencia y el conocimiento científico, sino también ser capaz de adaptarse a la tecnología emergente, los avances en la recopilación de datos y las necesidades cambiantes de los deportistas.

Hoy en día, el volumen de datos disponibles es inmenso, y la tecnología ha hecho posible que los entrenadores accedan a información detallada sobre cada aspecto del entrenamiento, desde variables fisiológicas hasta aspectos psicológicos y subjetivos de cada deportista. Sin embargo, la abundancia de datos no siempre se traduce en conocimiento. Es aquí donde entra en juego la importancia de adoptar un enfoque sistémico, capaz de integrar la ciencia, la tecnología y la experiencia práctica para ofrecer un entrenamiento más eficiente, saludable y sostenible.

Este artículo busca explorar la importancia del Entrenamiento Basado en Evidencia en el contexto actual, el rol crucial que desempeñan los entrenadores y cómo la integración de datos, ciencia y tecnología puede mejorar los procesos de toma de decisiones, optimizar el rendimiento y minimizar los riesgos para los deportistas. A lo largo de estas líneas, reflexionaremos sobre cómo la ciencia y la tecnología pueden servir como aliados en la práctica deportiva, al tiempo que nos enfrentamos a la creciente cantidad de información errónea que circula en los medios masivos y en las redes sociales.

La verdadera pregunta es, ¿cómo podemos garantizar que lo que le ofrecemos a los deportistas sea realmente lo mejor para ellos? La respuesta está en aplicar una práctica basada en evidencia que se construya sobre la ciencia, la experiencia y la ética profesional, y que sea capaz de adaptarse a un entorno en constante cambio.

Posiblemente, el concepto de práctica basada en evidencia (PBE) nació alrededor del año 1628, de la mano de William Harvey, quien introdujo la revolucionaria idea de que la sangre no era consumida por el cuerpo, como se creía en ese entonces. Basado en mediciones del volumen sanguíneo y observaciones anatómicas, propuso que la sangre era bombeada por el corazón, circulaba a través del cuerpo y regresaba nuevamente al corazón. Harvey, junto con Galileo, Descartes y otros, revolucionó el mundo del siglo XVII al defender la evidencia y la razón—en lugar de la sabiduría y la fe tradicionales—como base para el conocimiento y la toma de decisiones (2).

Worral J. mencionó, casi dos décadas atrás, que la reacción habitual de los observadores externos cuando se les decía que había un movimiento (relativamente) nuevo llamado «Medicina basada en evidencias» era: «¿En qué diablos se basaba la medicina antes?» (3). Pues bien, lo mismo debería suceder si quisiéramos hablar de un movimiento llamado «entrenamiento basado en evidencia» (EBE), aún más en 2021. A pesar de ello, en la realidad, nos encontramos con un escenario que, en nuestro campo (el del entrenamiento deportivo), se adapta lentamente y con gran resistencia.

Los profesionales de la investigación académica y los del aprendizaje dentro de la fuerza laboral constituyen dos comunidades de práctica bastante separadas. Hay poca superposición en sus publicaciones y conferencias (2). Es decir, existe una brecha importante entre quienes trabajan en el campo de la investigación y quienes lo hacen en el terreno práctico.

Naturalmente, la investigación sigue evolucionando. El camino desde la generación de evidencia hasta su aplicación suele ser lento, y el aprendizaje dentro de la fuerza laboral no es una excepción (2).

La PBE es el método que permite incorporar la mejor evidencia disponible para respaldar una intervención (ejercicio, nutrición, equipamiento, etc.). En el campo del entrenamiento, esto no debería ser diferente. O al menos, eso esperan los deportistas, quienes depositan en nosotros, como entrenadores, su tiempo, esfuerzo e inversión.

Actualmente, la tarea del entrenador de campo es cada vez más compleja o, dicho de otro modo, requiere un nivel de formación y actualización constante que se adapte a la velocidad de las circunstancias actuales. Nos encontramos en un escenario saturado de información, ya sea en forma de literatura científica (escapa al alcance de este artículo, pero puedes comenzar ese camino aquí), que respalda nuestras decisiones, o de una inmensidad de datos generados diariamente gracias a la tecnología. Esta última es utilizada y renovada por los deportistas con una frecuencia que crece exponencialmente.

La enorme cantidad de datos que proviene, principalmente, de los dispositivos tecnológicos que empleamos necesita ser recopilada, analizada e interpretada para integrarse al proceso de toma de decisiones del entrenador.

Figura 1. Representación gráfica, simplificada de la interacción de la carga de entrenamiento interna y externa.

Sin la ayuda de software, este procesamiento y análisis resultan inviables en la actualidad. Herramientas como Training Peaks nos permiten combinar información objetiva, como los datos de variables de carga interna (ej. frecuencia cardíaca, variabilidad de la frecuencia cardíaca – HRV) y externa (ej. ritmo, potencia), con la información subjetiva que brinda el deportista día a día, sesión a sesión (ej. feedback, esfuerzo percibido) (Figuras 1 y 2). El análisis de métricas como la HRV, la frecuencia cardíaca, la relación carga/recuperación y otras variables fisiológicas nos permite tomar decisiones fundamentadas. Además, dentro de plataformas específicas como Training Peaks, contamos con indicadores (Figuras 7 y 8) como el TSS (Training Stress Score), ATL (Acute Training Load) y CTL (Chronic Training Load), entre otros, que facilitan el seguimiento de la evolución del deportista y la optimización del entrenamiento.

Figura 2: Representación gráfica general de las principales fuentes de información que se integran en el sistema.

La integración de toda la información en un único software facilita el ciclo PRA de mejora continua (Figura 3) que debemos buscar en el entrenamiento y, seguramente, en cualquier proceso de desarrollo.

Figura 3: Ciclo PRA (Programar, Realizar, Analizar) de mejora continua.

El solo hecho de poder computar, de manera automática, todos los datos que ingresamos en un programa de entrenamiento y compararlos con los datos registrados por los dispositivos que utilizan los deportistas representa una ventaja enorme frente a las posibilidades con las que contábamos hace algunos años.

Poder ofrecer feedback a nuestros deportistas, después de cada sesión de entrenamiento, con un análisis detallado de los “datos duros” del entrenamiento programado (por el entrenador), comparados con el entrenamiento realizado (información proveniente de dispositivos como GARMIN) (Figuras 5 y 6), las sensaciones del deportista, los datos históricos, entre otros factores, es una ventaja enorme con la que contamos actualmente.

Figura 5: Representación esquemática del funcionamiento en la práctica del ciclo de mejora continua del proceso de entrenamiento. Ejemplo de la plataforma Training Peaks.
Figura 6: Ejemplos de charts de análisis de una sesión de entrenamiento con la plataforma Training Peaks.

El seguimiento de un proceso de entrenamiento es una tarea extremadamente compleja cuando nuestra intención es basarnos en fundamentos sólidos para cada decisión que tomamos. Sin embargo, esta tarea se ve facilitada por las herramientas que nos brinda el uso de un software como Training Peaks. Podemos realizar análisis de procesos completos o de cualquier lapso dentro de un proceso (Figuras 7 y 8), con el fin de tomar decisiones en función de la respuesta individual de cada deportista al entrenamiento, en lugar de hacerlo al azar o utilizando recetas que, sin lugar a duda, no sirven para todos los deportistas.

Figura 7: Performance Management Chart de TrainingPeaks. Datos del proceso de un triatleta amateur desde el 1-1-2022 hasta el 8-11-2024. TSS = Training Stress Score; TSB = Training Stress Balance.
Figura 8: Información que podemos observar en el Performance Management Chart de TrainingPeaks. IF = Intensity Factor; TSS = Training Stress Score; ATL = Acute Training Load; TSB = Training Stress Balance; CTL = Chronic Training Load.

Finalmente, la comodidad para el deportista de recibir su plan de entrenamiento con todos los detalles, cargar su feedback y vincular sus dispositivos, todo integrado en una sola aplicación en su smartphone, es una verdadera ventaja. Enviar un entrenamiento por e-mail, PDF, Word o Excel es, literalmente, cosa del pasado.

Conclusión


Cuando hablamos de Entrenamiento Basado en Evidencia (EBE), debemos adoptar un enfoque sistémico que integre toda la información disponible y a nuestro alcance. Desde la literatura científica, que no solo nos ayudará a incorporar las mejores prácticas actuales y a adaptar nuestros métodos, sino también a interpretar la enorme cantidad de datos e información que recibimos a diario de nuestros deportistas.

El desarrollo de la ciencia es inevitable, afortunadamente, y la cantidad de información a la que tenemos acceso durante el proceso de entrenamiento de un deportista es, prácticamente, inmensurable. Hoy en día, como entrenadores, encontramos en la tecnología el vehículo que permite dar lugar al arte. Sin embargo, debemos ser conscientes de que esta integración requiere un compromiso constante con la educación y la actualización. Como entrenadores, no solo debemos estar al tanto de los avances científicos, sino que tenemos la responsabilidad de ser los puentes entre la ciencia y el deportista, utilizando nuestra formación y experiencia para aplicar prácticas efectivas y adaptadas a cada necesidad.

Lamentablemente, la cantidad de información errónea y poco fundamentada que circula a diario en redes sociales y otros medios masivos de difusión, proveniente de personas con escasa formación y que incurren en intrusismo laboral, es igualmente inmensurable. El daño que esto provoca también lo es. Es nuestro rol como entrenadores, formados académicamente y con amplia experiencia en el campo, educar al público de manera constante, ofreciendo información basada en evidencia, que fomente prácticas eficientes, saludables y sostenibles. Nuestro objetivo no solo es mejorar el rendimiento deportivo, sino también asegurar que los deportistas mantengan una salud duradera y un bienestar integral a lo largo de sus carreras.

En resumen, el Entrenamiento Basado en Evidencia es una práctica que exige una integración constante de ciencia, tecnología y ética profesional, con el objetivo de ofrecer a los deportistas lo mejor para su rendimiento, salud y desarrollo a largo plazo.

Federico Fader, MSc.

Referencias:

  1. Sackett DL. Evidence-Based Medicine. 1997;21(1):3–5.
  2. Colvin Clark R. Evidence-Based Training Methods. A Guide for Training Professionals. Third Edit. ASTD DBA the Association for Talent Development (ATD); 2020.
  3. Worrall J. What Evidence in Evidence‐Based Medicine? . Philos Sci. 2002;69(S3):S316–30.